martes, 27 de noviembre de 2012

CLXXXVI

"Hace mucho —no sé si hace días, si hace meses— que no anoto ninguna impresión; no pienso, y por lo tanto no existo. Me he olvidado de quién soy; no sé escribir porque no sé ser. Mediante un adormecimiento oblicuo, he sido otro. Saber que no me recuerdo es despertar. Me he desmayado durante un trozo de mi vida. Vuelvo en mí sin memoria de lo que he sido, y la de lo que fui sufre de haber sido interrumpida. Hay en mí una noción confusa de un intervalo desconocido, un esfuerzo fútil de parte de la memoria por querer encontrar la otra. No consigo reanudarme. Si he vivido, me he olvidado de saberlo. No es que sea este primer día del otoño sensible —el primero de frío no fresco que viste al estío muerto de menos luz— el que me dé, en una transparencia enajenada, una sensación de designio muerto o de voluntad falsa. No es que haya, en este interludio de cosas perdidas, un vestigio confuso de memoria inútil. Es, más dolorosamente que esto, un tedio de estar recordando que no se recuerda, un desaliento de lo que la conciencia ha perdido entre algas o juncos, a la orilla no sé de qué. Conozco que el día, límpido e inmóvil, tiene un cielo positivo y azul menos claro que el azul profundo. Conozco que el sol, vagamente menos de oro que era, dora de reflejos húmedos los muros y las ventanas. Conozco que, no habiendo viento, o brisa que lo recuerde o niegue, duerme sin embargo una frescura despierta en la ciudad indefinida. Conozco todo esto, sin pensar ni querer, y no tengo sueño sino por el recuerdo, ni nostalgia sino por el desasosiego."
 Pessoa